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lunes, 12 de marzo de 2012

¿Competencia necesaria o competencia establecida?

Hace tiempo que llevo observando cómo la gran mayoría de las personas, independientemente de su edad, se encuentran inmersas en una espiral competitiva de la que resulta casi imposible escapar.
Desde pequeños nos enseñan a competir en disciplinas deportivas, en campeonatos o concursos de cualquier índole o incluso con nuestros propios compañeros de clase.
A medida que vamos creciendo los gustos van cambiando, y es en esta etapa cuando, por cuenta propia, competimos en aspectos cotidianos de nuestro día a día con intención de convencer a nuestro primer amor, tener la mejor imagen de  nuestro entorno o adquirir cierto protagonismo. Es época de cambios, de competiciones personales a las que nos presentamos voluntarios.
Cuando por fin hayamos conseguido alcanzar cierto grado de madurez y nos creamos libres en cuanto a nuestra actitud se refiere, tendremos que afrontar una nueva competición iniciada en nuestro ámbito laboral, la cual se sumará a aquellas competiciones que, voluntaria o involuntariamente, sigamos arrastrando debido a nuestra monótona rutina.
Como habréis podido comprobar estos patrones de conducta están fundamentados y orientados hacia una continua lucha con nuestro entorno. Pero dejando a un lado a las personas para las que este tipo de competiciones son estrictamente necesarias....¿qué pasaría si actuásemos de una forma distinta? ¿Qué sucedería si en vez de competir con los demás lo hiciésemos con nosotros mismos? ¿Acaso no podemos superarnos y motivarnos sin tener que competir con el prójimo? Por supuesto que sí.

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