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martes, 28 de agosto de 2012

Calma en alta mar

El suave balanceo de las olas consigue transmitir una sensación de tranquilidad que contagia todo lo que te tiene a su alrededor, incluidas las gaviotas que disimuladamente siguen el rastro que el barco deja sobre las oscuras aguas oceánicas. Alejado de las prisas, dificultades y desilusiones el ambiente se torna idóneo para conseguir el objetivo principal, hallar la tan buscada tranquilidad personal. Ésta, escondida bajo el manto que  el día a día ha ido confeccionando, parece renacer en contadas y selectas ocasiones, no obstante, este no es el único factor determinante en esta compleja situación ya que la realización y satisfacción de uno mismo navegan por las mismas aguas.
El sol brilla sin demasiada fuerza creando una luz tenue y agradable, y la distancia con el resto de la civilización actual acrecenta el olvido con el que tratamos de apartar nuestras preocupaciones o inquietudes habituales. Aquí no hay camarotes para el estrés, los agobios, desasosiegos, desvelos...y eso es de agradecer.
Debo reconocer que no me importaría vivir con los pies en el suelo, en tierra firme, tratando de no encallar con el pesimismo y el conformismo actual que tanto me aterran, pero todavía no es posible...así que...únicamente me queda una cosa más que decir...¡Bienvenidos a mi barco!

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