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martes, 5 de junio de 2012

Pausas

Divago acerca del transcurso del día, y en ese preciso instante suena el teléfono de casa. Al otro lado del auricular escucho a un familiar lejano con el que no suelo hablar muy a menudo, por lo que aprovecho para ponerme al día en cuanto los distintos asuntos familiares se refiere.
Un rato después, decido cortar la conversación, aunque antes de volver al trabajo siento un leve cosquilleo en el estómago que me dirige hasta la cocina sin pensarlo dos veces. No hay tiempo que perder, así que tras haberme comido un exquisito trozo del fabuloso pastel de queso que mi vecina suele preparar todas las semanas tomo asiento una vez más.
Mi mirada se detiene ante el soleado paisaje que se divisa a través de la ventana y por un momento me imagino volando por el infinito cielo azul que se extiende sobre mi cabeza. Debo concentrarme, difícil tarea para alguien a quien le resulta imposible permanecer inmóvil durante un largo periodo de tiempo, no obstante, acabo de recordar dónde puse las llaves del destartalado baúl que mi madre lleva varios días buscando.
Está claro, necesito una pausa.

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