No tenía otra opción posible, en el pueblo apenas había trabajo para algunos, era hora de cambiar la tranquilidad por el bullicio constante. Tenía que ser valiente y alejarse de la rutina que seguían el resto de los jóvenes de la zona, quienes se compadecían de sí mismos a cada instante, aceptaban su situación entre lamentos y se consolaban sabiendo que la gran mayoría estaba pasando por lo mismo.
Ahora solo cabía esperar un tiempo para comprobar si sería capaz de amoldarse a un estresante ritmo de vida y a su vez intentar mantener y apreciar su pasado con la misma intensidad con la que siempre lo había hecho. Tarde o temprano tendría que dejar a un lado sus miedos y aceptar el costumbrismo urbano si de verdad quería darle un giro completo y necesario a su vida, no le quedaba más remedio.
Gulliermo, es la segunda vez que te leo y, definitivamente, me llega lo que escribes. Te invito a visitar mi blog en ciernes, a ver si es recíproco.
ResponderEliminarUn saludo y... Adelante!
Hola:
ResponderEliminarTe conocí por facebook, que te vi anunciado en una página. Y firmo con mi cuenta, no por nada, sino por no quedar como anónima. Me gustó mucho lo que leí hoy, tiene un trasfondo la historia... se puede leer entre líneas, lo que es bueno. Es una historia de valientes.
No puedo prometer nada, pero te comente o esté silenciosa, me quedo con la sensación de que me gustaría leer más. Aunque no comente nada, quizás me pase otra vez; tampoco puedo decir nada sobre la asiduidad. Pero me parece una historia de valientes.
Encantada de haberte leído.
Un saludito :)