La fresca brisa que acompañaba la tarde hizo que todo fuese
aún más intenso. El descontrol no tardó en apoderarse del momento mediante sus
tiernos e incansables besos. Al parecer no tenía intención de detenerse bajo ningún pretexto, lo
que trajo consigo una verdadera fantasía que lentamente luchaba por sucumbir
ante la realidad de nuestro encuentro.
La calidez que sus brazos provocaban sobre cada rincón de mi
cuerpo era casi extrema, situación que nos incitó hacia una acentuación
anticipada del deseo que parecía querer desatarse de las riendas que la
serenidad había colocado a nuestro alrededor. El ímpetu de nuestras acciones nos conduciría hasta la inusual lujuria que solía
presentarse en determinadas y contadas ocasiones alcanzando cotas
emocionalmente inclasificables y dilapidando ciertos conflictos internos, los
cuales se habían generado a raíz de algunas elecciones y vivencias del pasado.
El roce de su piel consiguió dejar nuestras placenteras
intenciones al descubierto. Ningún inconveniente, ningún impedimento, y todo el
tiempo del mundo para darle rienda suelta a nuestra escondida e insaciable
pasión…
Muy bien escrito. Sin desbordes. Con intimidad. Me gustó.
ResponderEliminarGracias ANA :)
Eliminarme ha gustado mucho. Eres muy joven, tienes futuro
ResponderEliminarbesos
Muchas gracias por tu comentario Conchita. Un saludo
ResponderEliminarHola, recalo recién por estos lares, y mis pupilas se llenan de sutil armonía,...Un relato vívido lleno de "pasión apasionada" te felicito, me encanta como discurre la historia, sin apabullar,como un susurro.
ResponderEliminar-Me ha echo recordar un relato que hace,...escribí rememorando una historia parecida (en la misma, la pasión dejaba en "total desamparo" a los más que afortunados...)
FLICITACIONES de nuevo, un placer. saludos. Marianarija