Todavía no es medianoche, no obstante, y con la intención de
matar algo del tiempo que suelo dedicarle a la televisión o caja tonta, como
vosotros prefiráis llamar a semejante aparato, me siento frente al ordenador
con el único fin de redactar algunos de los textos que, incompletos, esperan
que llegue su oportunidad para así poder quedar finalizados. Pero no todo
transcurre tal y como me gustaría, mi cabeza y mis pensamientos no están donde
deberían, lo que me provoca una falta de concentración absoluta y una profunda dispersión de ideas.
Tomo aire, cierro los ojos durante unos instantes y trato de
terminar con lo que un día empecé. Ni tan siquiera mi arduo empeño es capaz de
conseguirlo, las palabras siguen resistiéndose a salir de la madriguera que mis
inquietudes han creado a su alrededor.
Intento hacerme creer que no desistiré, nunca he sido de los
que tiran la toalla a las primera de cambio, no dejaré que la falta de
inspiración gane la batalla, motivo por el cual decido agarrar uno de los
bolígrafos con los que tanto disfruto escribiendo debido al suave movimiento con
el que se desliza entre mis dedos a la hora de plasmar las palabras sobre el
grueso cuaderno en el que recojo mis anotaciones. De vuelta al método
tradicional.
A pesar de mi voluntad y de las distintas ocurrencias que
tan buen resultado me han dado en otras ocasiones, nada cambia, incluidas mis intenciones
por llevar a cabo mi cometido, aunque quizás…esta sea una noche en blanco más…
A mi en estas situaciones me ayuda mucho escuchar Yiruma.. las palabras me salen solas. Un besote
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Fany, un besito.
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