La máquina de escribir descansaba de su constante actividad,
la tinta de mi estilográfica se había secado sin que yo ni siquiera pudiera
darme cuenta y la montaña de papeles acumulada sobre la mesa parecía no tener
ninguna prisa por desaparecer de allí.
En aquel lugar podía respirarse la calma que recientemente se
había asentado en cada rincón, una calma que más que buscada se había convertido
en necesaria. Y si esto no hubiese ocurrido, la rutina y la monotonía hubieran
terminando estableciéndose en mis pensamientos de tal manera que me hubiese
resultado prácticamente imposible haberme deshecho de ellas.
Es momento de despejar la mente, no presionarla, dejarla
libre, permitirle que vuele…..y todo esto terminará provocando una tranquilidad
total. El único inconveniente de este método es la pérdida de la constancia que
esta situación podría acarrear, sin embargo, puedo decir, por experiencia
propia, que esta es la mejor manera de reencontrarse con la ilusión, la inspiración y los sentimientos olvidados.
Descansa tu mente, tu cuerpo no es el único elemento que
necesita descanso……
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