Ahí estaba yo, hacía menos de cinco minutos que me habían presentado a Lucía y ya sentía la imperiosa necesidad de conocer cualquier cosa que estuviese relacionado con ella. No podía apartar la mirada de sus ojos, encargados de enmascarar toda la ternura que se escondía en su interior, y cada vez que sonreía un escalofrío recorría mi cuerpo de principio a fin.
A medida que iban pasando los segundos esta extraña sensación se volvía más intensa, lo que provocaba que mi mente se sumergiese en lo más profundo de mis pensamientos. Podría pasarme así toda una vida, rodeado de expectativas, ilusiones, experiencias…. aunque quizás ya sea hora de que vuelva a la realidad y despierte del hechizo que se apoderó de mis sentimientos, al menos hasta que vuelva a encontrarme con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario