El primer atisbo de lo que sucedería a continuación vino de la mano del potente rayo que se encargó de iluminar la céntrica calle por la que paseaban. Las primeras gotas llegaron unos minutos después, sorprendiéndoles mientras contemplaban uno de los muchos escaparates de la zona. Marcos no había previsto la posibilidad de que la lluvia actuara a traición, lo que le llevó a agarrar la mano de Alba para salir corriendo en dirección a casa. Debían apresurarse, las nubes parecían tener la necesidad de descargar su furia sobre ellos, no tenían tiempo que perder, la tormenta que se había desencadenado no tenía intención de ofrecerles una tregua. La rapidez de sus pasos provocó que, tras un desafortunado resbalón, Alba cayese al suelo y se manchase la ropa. Marcos le ayudó a levantarse y la llevó hasta un lugar en el que pudiesen protegerse del aguacero, y una vez allí, ambos se rieron de la cómica escena que habían protagonizado delante de decenas de viandantes. Alba respiró aliviada y quiso agradecerle su actuación con un beso interminable.
Esto ocurrió hace ya más de diez años, aún así, ellos continúan recordando el gracioso momento como algo especial, ese fue el día en el que se prometieron amor eterno, ese fue el día que no solo ellos consiguieron refugiarse, ese fue el día que sus corazones encontraron el mejor refugio posible.